
Yo los creía incompatibles, por ser del mismo signo. Inesperado e inconcebible milagro: el fuego apagaba al fuego.
El ajo, siempre dispuesto, atajaba una nueva enfermedad.
El mal se inicia en el tercio bajo de las pantorrillas y en la caña del pié a consecuencia de una antigua insuficiencia circulatoria venosa y su consecuente alteración linfática, ya convertida en pseudoeczema, por la antigüedad de la lesión, cuyo origen se remonta a más de 35 años atrás.
En principio y durante bastante tiempo apliqué a la parte afectada duchas de agua fría y una gran variedad de cremas hidratantes para la piel. En vacaciones practiqué el enterrar las piernas, hasta por encima de las rodillas bajo la arena húmeda a la orilla del mar con resultados agradables, lástima no haberlo podido hacer más a menudo.
Como secuela de todo el proceso narrado, recientemente, han surgido, en zonas variables del cuerpo, sarpullidos con las características propias del Prurito: un picor ardiente nervioso.
No se conformaron los picores con martirizar a las piernas afectadas por la insuficiencia, sino que extendieron por diversas partes del cuerpo, pecho, brazos y espalda.
En todas las partes donde aparecieron los picores de prurito, acudimos con el ajo, y por su jugo tocados, cesaron los picores y desaparecieron las irritaciones.